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Venezuela comienza a perder la fe en el gobierno socialista

El mural sobre la cabeza de Ana Caona en un rudo barrio pobre de Caracas no es una representación ordinaria de la Última Cena. En lugar de los discípulos, las figuras que flanquean a Jesucristo son figuras rebeldes como Mao, Lenin y Hugo Chávez. 

Pero a pesar de estos símbolos de compromiso revolucionario, Caona está desencantada con el gobierno socialista de Venezuela, que enfrenta la caída de los precios del petróleo y una economía devastada por la inflación, la escasez y la corrupción. 

"Hay peleas internas, micro-poderes dentro de la revolución, todo el mundo en defensa de sus intereses", se queja esta mujer, la cual participa en milicias de Venezuela, que se conocen como "colectivos", que se consideran guardianes de la llama sagrada del socialismo y también a veces actúan como fuerzas de seguridad auxiliares del Estado. 

Caona representa un distanciamiento público cada vez mayor con el gobierno del presidente Nicolás Maduro, en momentos en que los precios del petróleo caen en un 40% desde junio. 
Maduro continúa evitando las reformas que el país miembro de la OPEP necesita para navegar a través de la caída de los precios del petróleo y evitar el incumplimiento de sus bonos en divisas fuertes, los de mayor rendimiento entre los prestatarios soberanos.

"Un ajuste económico serio necesita una economía sincera... pero para los grupos de poder del gobierno la posibilidad de convertirse en millonarios es demasiado grande", dice Mercedes de Freitas, jefa de la sección local de Transparencia Internacional, que ubica a Venezuela casi al fondo de su índice de corrupción. 

Eliminar el subsidio doméstico a la gasolina, como lo ha hecho Indonesia, le ahorraría al gobierno u$s 12.000 millones al año, según los economistas, equivalente al 6% de la producción económica o de un tercio del déficit fiscal.
Pero eso iría en contra de los intereses de aquellos cercanos al gobierno, como oficiales militares de alto rango que, según analistas, siguen apoyando al gobierno y para los cuales la gasolina barata supuestamente fomenta un comercio de contrabando con valor de unos u$s 4.000 millones al año. 

Otra reforma debatida consiste en desmantelar el régimen de tipo de cambio fijo actual y dejar flotar la moneda desde 6,3 bolívares por dólar hasta cerca de la tasa del mercado negro de más de 170. Eso se traduciría en ganancias en moneda local provenientes de las exportaciones venezolanas de petróleo en dólares y cerraría el déficit fiscal, que actualmente se financia mediante la impresión de dinero. 
Sin embargo, la devaluación podría provocar "una explosión popular", dice Caona.

"El control de la economía ahora está en manos de los defensores de intereses personales, su interés es la acumulación de capital", dice Nicmer Evans de Marea Socialista, un grupo de izquierda que critica al Gobierno por el enriquecimiento y el abandono de los valores revolucionarios. 

Mientras tanto, la economía se deteriora. El banco central estima que se necesita un precio mínimo del petróleo de u$s 117 por barril para suministrar divisas suficientes para satisfacer las necesidades de importación y servicios de la deuda. Pero el precio del petróleo venezolano, que representa el 96% de los ingresos de exportación, cayó a alrededor de u$s 62 por barril. 

Para sacar de apuros al país, Maduro ordenó un recorte del 20% del gasto público y busca fuentes alternativas de financiación, incluidos préstamos frescos procedentes de China y una titulización de las deudas de los aliados del Caribe, como Jamaica. 

Maduro, cuyo índice de aprobación ha caído al 25% según la encuestadora local Datanálisis, culpa a grupos de interés no identificados y a la oposición de problemas como el 60% de inflación y la tasa de homicidio que es la segunda más alto del mundo. 

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